El asma es una enfermedad inflamatoria (no infecciosa o bacteriana) de todo el pulmón y de las vías acceso de aire al mismo (vías respiratorias) que se caracteriza por un aumento de la respuesta de las vías aéreas, con sibilancias (sonido semejante a un chiflido), insuficiencia o dificultad respiratoria rápidamente progresiva y tos. Esto sucede porque existe una obstrucción de las vías aéreas, que es reversible en forma espontánea o con el tratamiento adecuado. En esta enfermedad el flujo de oxigeno (que se mide con un estudio llamado espirometría y otros métodos más avanzados) lo que provoca una limitación severa de la función pulmonar (intercambiar la sangre venosa (sin oxigeno) por la sangre arterial (con oxigeno). La severidad de la crisis puede ser de leve a grave y comprometer la vida del paciente y el tiempo de progresión es variable de minutos a días. Se llama estado asmático cuando no mejora en grado importante después de varias horas de tratamiento en el hospital. Esta condición de “estado asmático” es muy grave.
La crisis asmática puede ser desencadenada por infecciones (bacterias, virus, hongos, substancias químicas, etc.) un tratamiento médico deficiente o inadecuado, exposición a substancias que producen alergia en un paciente (“alérgenos”), el ejercicio, el clima frio, contaminación ambiental (grandes ciudades o zonas industriales) o factores emocionales (enojo, stress, etc.).
Básicamente se presentan alteraciones en el pulmón que condiciona aumento de la cantidad de moco, que provoca mayor cantidad de secreciones espesas que a su vez provocan que un musculo bronquial (conductos que llevan aire respirado con oxigeno hasta el pulmón) se cierren, lo que aumenta el esfuerzo para respirar, que provoca que el oxigeno en la sangre disminuya (hipoxemia) y el contenido de gas carbónico (CO2) aumente la gravedad del proceso.
Estos pacientes deben ser interrogados para conocer los factores desencadenantes antes descritos, los medicamentos que se han utilizados y la gravedad de las molestias o síntomas.
Es importante valorar la frecuencia con que respiran, la dificultad para hacerlo, los latidos del corazón, las complicaciones, y otros trastornos agregados.
Es necesario que sea atendido en un servicio de urgencias o por el médico en la forma inmediata en el consultorio.
Los estudios necesarios son la oximetría de pulso (medición por un sensor en el dedo de la cantidad de oxigeno), la gasometría arterial (valorar el oxigeno y otras substancias en la sangre de una arteria) y los flujos respiratorios (que capacidad respiratoria tienen) también son útiles la biometría hemática completa (examen de sangre: cuantifica entre otras cosas los glóbulos blancos que permiten conocer si hay una infección agregada) química sanguínea (azucar en la sangre y la función del riñón), la radiografía del tórax (pulmón), un electrocardiograma (función eléctrica del corazón), gasometría arterial (gases en la sangre arterial) y unas pruebas de la función del pulmón.
Debe de diferenciarse otras causas como problemas del corazón, o la presencia de una infección grave del pulmón comúnmente conocida como pulmonía (neumonía).
El tratamiento médico debe de ser encaminado a revertir la obstrucción del flujo aéreo (con medicamentos), hipoxemia (aplicación de oxigeno por catéter nasal) y evitar la complicación, así como la prevención de futuras recaídas.
Es importante que la atención de un paciente en su casa sea la brevedad, ya que es la clave para control satisfactorio de la crisis. Es necesario que el familiar tenga indicaciones precisas de su médico y consiste en aumentar a tres disparos de spray por hora de los inhaladores habituales (agonitas beta 2 de corta duración e iniciar el uso de cortiesteroides en los casos que el médico tratante lo indique y acudir a urgencias cuando lo requiera. Debe de evitarse en lo posible la aminofilina o la teofilina ya que tienen efectos adversos y no son superiores en su efecto benéfico a los agonistas beta 2. Los antibióticos no son útiles en todos los casos. Los medicamentos mucoliticos (que disuelven el moco) en ocasiones no son indicados. Los sedantes no deben ser utilizados en la fase aguda por el paciente a menos de que estén con asistencia respiratoria. Los medicamentos antihistamínicos no tienen una clara indicación. Lo más importante es prevenir los cuadros agudos. Recuerda no auto medicarse.
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